viernes, 23 de diciembre de 2016

BLACK MIRROR





                                      Ficha técnica

Título: Black mirror
Guión: Charlie Brooker, Kanak Huq, Jesse Armstrong, Michael Schur, Rashida Jones, William Bridges
Director: Otto Bathurst, Euros Lyn, Brian Welsh, Owen Harris, Carl Tibbetts, Bryn Higgins, Joe Wright, Dan Trachtenberg, James Watkins, Jacob Verbruggen, James Hawes
Año: 2011
País: Reino Unido
Episodios: 12
Reparto: Rory Kinnear, Lydia Wilson, Anna Wilson-Jones, Daniel Kaluuya, Jessica Brown Findlay, Toby Kebbel, Jodie Whittaker, Tom Cullen, Amy Beth Hayes, Hayley Atwell, Domhnall Gleeson, Leonora Crichlow, Tuppence Middletn, Daniel Rigby 
Productora: Zeppotron. Netflix.
Fotografía: Jake Polonsky, Zac Nicholson, Damian Bromley, Gustav Danielsson, Seamus McGarvey, Mike Spragg, Bear McCreary, Tim Maurice-Jones, Lukas Strebel, Ruben Impens
Música: Stephen McKeon, Stuart Earl, Vince Pope, Jon Opstad, Anthony Genn, Martin Slattery, Max Richter, Aaron Morton, Alex Heffes, Martin Phipps, Ben Salisbury, Geoff Barrow 
Género: Ciencia Ficción. Tecnología. Distopía.


Distopía

Black Mirror es una serie de televisión con una estructura de capítulos independientes entre sí, cada uno con diferente trama y personajes, conectados por un hilo común: las consecuencias del avance tecnológico en la sociedad. La serie se estrena en el año 2011 de la mano de Zeppotron con tres capítulos que conforman la primera temporada. Hasta el estreno de su tercera temporada en 2016 la serie sufre algunos cambios reseñables, como el cambio de Zeppotron a Netflix y la estructura de sus temporadas, las dos primeras con tres capítulos cada una y la tercera con seis capítulos.

En la serie trabajan directores y guionistas con cierta trayectoria y prestigio dentro del sector audiovisual. La mayoría de capítulos están guionizados por Charlie Brooker, un cómico británico con una amplia trayectoria como guionista en televisión. Cada capítulo se realiza bajo la dirección de un gran elenco de directores, entre los que se puede destacar la llegada al comienzo de la tercera temporada de Joe Wright, director de Atonement y Pride and Prejudice; y Dan Trachtenberg, con una amplia carrera en televisión y publicidad. Desde el comienzo de la serie en 2011 también destacan la dirección de profesionales con una carrera consolidada en el terreno de las series de ficción como Euros Lyn, director de varios capítulos de la reconocida serie Doctor Who.

Black Mirror narra en forma de predicción distópica y a través de diferentes tramas y personajes cuáles son las consecuencias que en un futuro puede conllevar el uso masivo y desmesurado de la tecnología. Cada capítulo muestra cómo podría llegar a ser la sociedad futura si la tecnología se introduce de una forma agresiva en los diferentes  ámbitos de la vida cotidiana.

Una de las novedades que introduce Black Mirror en el mapa de las series de ficción, junto con la temática, es su estructura. La serie se divide en episodios independientes entre sí, que desarrollan historias que nacen y acaban sin extenderse al resto de episodios. El único hilo común que hace que los diferentes episodios se consideren parte de una serie es el trasfondo de la trama. Aunque cada uno de los capítulos narra relatos totalmente dispares, todos muestran a través de diferentes hechos hacia dónde nos podría llevar el vertiginoso desarrollo tecnológico en la sociedad moderna. Este tipo de estructura con tramas independientes es una pauta que se está repitiendo en los últimos años en las nuevas producciones de ficción, incluso ha llegado a darse el caso de series de este tipo en la ficción española. Aunque el caso de Black Mirror es el más atrevido y arriesgado, ya que en otros casos, como American Horror Story, nos enfrentamos a temporadas independientes en la que sí que hay un numero de episodios que conforman la temporada que están relacionados entre sí, y cuya trama se desarrolla desde el primero hasta el último de los capítulos. Además, aunque con cada nueva temporada comenzamos una nueva historia con nuevos personajes, sí que encontramos elementos comunes como el elenco de actores e incluso algunas tramas que se entrecruzan, como en el caso de las temporadas Asylum y Freak Show. 

Esta propuesta narrativa resulta atractiva, sobre todo teniendo en cuenta el tipo de espectador con un ritmo de vida frenético y con tiempo limitado al que se enfrenta la ficción en la actualidad. Pero también supone un arma de doble filo, y especialmente teniendo en cuenta la temática de esta serie. El hacer de cada capítulo una historia diferente supone diseñar una trama y unos personajes desde cero en cada episodio, lo que conlleva una limitación creativa en cuanto a la escritura de guión. No se pueden realizar temporadas de trece capítulos como estamos acostumbrados con esta estructura y dentro de los límites de una temática tan concreta como en el caso de Black Mirror. Esto hace que las dos primeras temporadas de la serie tengan más fuerza y una estructura más sólida con tramas mejor construidas que en la tercera temporada en la que, aunque seguimos encontrando historias atractivas para el espectador, se advierte un cierto agotamiento creativo con el que se ha perdido el impacto que producían en el espectador los primeros capítulos de la serie.


La involución de la sociedad

El punto fuerte de la serie reside en que tiene una trama muy actual. Todo lo que tiene que ver con la tecnología está a la orden del día, y en los últimos años están adquiriendo relevancia los debates acerca de los problemas o las consecuencias que el precipitado desarrollo de la tecnología puede ocasionar en el futuro, problemas sobre todo de carácter social.

Black Mirror construye sus tramas poniendo la atención en la dependencia de la tecnología llevada al extremo. En cada uno de los capítulos se muestra como todo está controlado por la tecnología, desde las relaciones personales a cualquier ámbito dentro la sociedad. Con cada de sus historias, Black Mirror muestra a través del auge de la tecnología el declive de la humanidad.

A lo largo de los doce episodios que conforman la serie encontramos tramas más realistas y actuales que tienen que ver sobre todo con el uso de las redes sociales y el poder que pueden ejercer los mass media, que se alternan con otras más futuristas y extremistas que hablan de cómo puede alterar la tecnología los límites de la ciencia, la medicina o la propia vida.

En cuanto a la estructura y narrativa de la serie cabe hacer un último apunte. En cada capítulo se desarrolla una historia completa y compleja en alrededor de 45 minutos. La complejidad y la cantidad de información que contiene cada episodio hace que no haya tiempo para preámbulos y se presente la trama sin una contextualización, la cual el espectador va descifrando según avanza el capítulo. Esta falta de contexto se intenta compensar en los créditos finales de la serie, que se intercalan con una serie de planos que imita a imágenes de archivo, y que generalmente dan información acerca de lo que sucede con los personajes antes o después de los hechos que narra la trama.

Un adiós a tiempo

Con Black Mirror estamos ante una serie cuya idea inicial fue novedosa y potente, pero que a medida que se ha ido desarrollando ha perdido fuerza en cada una de sus fases. La paranoia que prometía en sus inicios ha ido perdiendo potencia a favor de tramas mucho más dulcificadas, sobre todo a partir de su tercera temporada. Con la llegada de la tercera temporada después de tres años de espera se advierte una perdida de control sobre la serie por parte de los creadores. Quizás tiene algo que ver el cambio de productora. En cualquier caso, en la tercera temporada se advierten cambios injustificados en cuanto a la estructura de la serie, y puede que justificados por el agotamiento creativo en cuanto a las tramas que se desarrollan en los nuevos capítulos. En pocas palabras, han alargado la temporada justo en el momento en el que se han quedado sin historias que contar. A veces un adiós a tiempo es una victoria, y el triunfo de Black Mirror fue alcanzado en 2013 con el final de la segunda temporada.

domingo, 11 de diciembre de 2016

THE SOPRANOS


                                     

                                           Ficha técnica                

Título: The Sopranos
Guión: David Chase, Terence Winter, Mitchell Burgess, Robin Green, Matthew Weiner, Frank Renzulli, Michael Imperioli, Todd. A. Kessier, Diane Frolov, Andrew Schneider.
Director: David Chase, Timothy Van Patten, John Patterson, Allen Coulter, Alan Taylor, Henry Bronchtein, Jack Bender, Steve Buscemi, Daniel Attias.
Año: 1999
País: Estados Unidos
Temporadas: 6
Reparto: James Gandolfini, Edie Falco, Lorraine Bracco, Michael Imperioli, Jamie Lynn Sigler, Robert Iller, Dominic Chianese, Nancy Marchand, Drea de Matteo, Tony Sirico, Aida Turturro, Steve Van Zandt, Steve Schirripa, Dan Grimaldi, Joseph R. Gannascoli, Federico Castelluccio, Steve Buscemi, Joe Pantoliano, John Ventimiglia, Sharon Angela, Frank Vincent, Vincent Pastore, Kathrine Narducci, David Proval, Peter Bogdanovich, Jerry Adler, Jason Cerbone, Vincent Curatola, Arthur J. Nascarella, Paul Schulze, Richard Portnow, David, Margulies, Karen Young, Alla Kliouka Shaffer, Angelo Massagli, Annabella Sciorra, John Fiore, John Heard, Joseph Badalucco Jr, Lola Glaudini, Tony Lip, Louis Lombardi, Matt Servitto, Oksana Lada, Toni Kalem, Paul Herman, Peter Riegert, Tony Darrow.
Productora: HBO
Fotografía: Phil Abraham, Alik Sakharov.
Música: Will Edwards, Ashen Keilyn.
Género: Drama. Mafia.


La obra maestra de Chrissy Moltisanti

The Sopranos es una serie que estrena la HBO a finales de la década de los noventa y que se prolongará hasta el 2007 con seis temporadas. En cuanto a los profesionales que desarrollan los trabajos de guión y dirección, destaca la presencia de Michael Imperioli como guionista de la serie. Imperioli forma parte del grupo de guionistas que desarrolla la idea, pero también da vida a uno de los personajes principales y con más carga emocional de la trama, Christopher Moltisanti. Además, en la serie el personaje de Chrissy Moltisanti es un apasionado del cine, un escritor aficionado de guiones de largometrajes que no encuentra el valor suficiente para cambiar su puesto como capo por un futuro como guionista. Finalmente, su mejor obra, The Sopranos, parece que ha cosechado el mayor de sus éxitos como guionista y actor.

The Sopranos narra las debilidades y los conflictos interiores del futuro jefe de una de las familias pertenecientes a la mafia de Nueva Jersey. Tony Soprano debe compaginar su intento por solucionar sus problemas de autoestima en la consulta de su psicóloga con sus deberes en el crimen organizado.


El payaso triste

The Sopranos es una serie que desde el primer momento nos mantiene hipnotizados a través de su personaje principal, Tony Soprano. La serie juega en cuanto al diseño de personajes a la ambigüedad, al desconcierto en algunas ocasiones en las que el espectador no comprende como pueden convivir en el mismo personaje el lado más humano y vulnerable y el criminal, y a provocar en el espectador algo parecido al síndrome de Estocolmo dejando que este quede totalmente enganchado a un personaje de dudosa moral. 

Según se desarrollan los capítulos se alternan las dos facetas de los personajes principales. Por un lado se nos muestra la vida “profesional”, las relaciones de negocios, el significado y el funcionamiento de la mafia en Nueva Jersey, y el paso entre los que entran a formar parte de la “familia” y los que salen de ella. Por otro lado, conocemos en profundidad sobre todo a los personajes de la familia Soprano a través de las sesiones de Tony con su psicóloga. Estas sesiones son una de las claves en el hilo argumental de la trama, y lo que permite al espectador empatizar con el personaje, llegar a comprenderlo e incluso justificar ciertos comportamientos reprobables, y establecer en la categoría de lo humano a un personaje que en principio parece carecer de escrúpulos y sentido de la ética. Desde el principio el espectador encuentra en la pantalla que el malo también es vulnerable, incomprendido, débil. Pero, además, existen otros elementos en la trama que ayudan al espectador a entender la compleja psique del personaje, y estos son precisamente otros personajes como A. J. Soprano, hijo de Tony, y Christopher Moltisanti, su sobrino. A través de este trío de personajes el espectador puede enfrentarse a los temores de Tony sobre el futuro, y las experiencias vividas en el pasado. En Chrissy Tony ve el futuro de su hijo, pero también se ve a él mismo unos años atrás. Se podría decir que estos tres personajes representan a uno solo en diferentes etapas de la vida.

A través la terapia se presenta un análisis psicológico y de la vida cotidiana de los personajes principales como individuos, pero también como miembros de su pequeña sociedad, en la que tienen que lidiar con sus conflictos internos y cumplir con sus obligaciones como miembros del crimen organizado. Hay una secuencia importante con respecto a esa dualidad entre lo que significa pertenecer a la mafia por encima de cualquier cosa, incluso de los miedos y la inseguridad. Con la escena del nombramiento de Christopher Moltisanti como capo en la tercera temporada, después de ver el camino recorrido por el personaje para llegar hasta ahí, se muestra la integración en la familia casi como un pacto de sangre, algo irrompible por encima de cualquier sentimiento perteneciente a la vida privada. Más adelante, y también de la mano de Christopher Moltisanti, somos testigos de cómo la traición a ese pacto se paga con la vida.

Capítulo 3 Temporada 3. Incorporación de Christopher Moltisanti a "la familia"

Volviendo a la psicología de Tony Soprano, desde el inicio de la serie se presenta un overpromise en cuanto a los resultados de su terapia. Como a se ha mencionado, con esta parte de la trama se nos muestra la cara más humana del personaje, se le disculpan ciertas actitudes y llega a parecer que se produce un cambio en su comportamiento, sus pensamientos y sus emociones. Pero, por el contrario, todo empeora en sus relaciones con el paso de los años. Y cuando legamos al final de la serie, las pautas del inicio permanecen y Tony sigue siendo el mismo, y el espectador se encuentra con él en el mismo punto de partida.


El final de The Sopranos y el impacto de The Black Donnellys

The Sopranos pone de manifiesto las señas de identidad de la mayoría de producciones de series de ficción que lleva cabo la HBO. En esta serie están presentes unas bases en cuanto al diseño de los personajes que se repiten de forma igualmente genuina en otras obras como Six Feet Under.

Con el final de The Sopranos se fue una de las mejores series de la década del 2000, y visto el éxito que había proporcionado la competencia quiso coger el testigo y en el mismo año en que finaliza la NBC estrena la primera y única temporada de The Black Donnellys. Con una trama con algunos nexos de unión con The Sopranos, y un buen diseño de personajes, aunque quizás no tan exhaustivo como el que nos proporcionaron las seis temporadas de The Sopranos, la producción de la NBC no tuvo ni un 20% del éxito que tuvieron Tony y su familia. ¿Por qué? Se pueden analizar diferentes causas, como que el éxito de The Sopranos era demasiado reciente y las comparaciones son odiosas, o que el espectador de la HBO y la NBC no son el mismo, y por lo tanto no se le pueden ofrecer las mismas historias. Pero, dejando patente la genialidad, el éxito y maestría de The SopranosThe Black Donnellys podría haber sido, quizás con un poco más de distancia, una buena sucesora para los fans de la mafia italiana.