Ficha técnica
Título: Black mirror
Guión: Charlie Brooker, Kanak Huq, Jesse Armstrong, Michael Schur, Rashida Jones, William Bridges
Director: Otto Bathurst, Euros Lyn, Brian Welsh, Owen Harris, Carl Tibbetts, Bryn Higgins, Joe Wright, Dan Trachtenberg, James Watkins, Jacob Verbruggen, James Hawes
Año: 2011
País: Reino Unido
Episodios: 12
Reparto: Rory Kinnear, Lydia Wilson, Anna Wilson-Jones, Daniel Kaluuya, Jessica Brown Findlay, Toby Kebbel, Jodie Whittaker, Tom Cullen, Amy Beth Hayes, Hayley Atwell, Domhnall Gleeson, Leonora Crichlow, Tuppence Middletn, Daniel Rigby
Productora: Zeppotron. Netflix.
Fotografía: Jake Polonsky, Zac Nicholson, Damian Bromley, Gustav Danielsson, Seamus McGarvey, Mike Spragg, Bear McCreary, Tim Maurice-Jones, Lukas Strebel, Ruben Impens
Música: Stephen McKeon, Stuart Earl, Vince Pope, Jon Opstad, Anthony Genn, Martin Slattery, Max Richter, Aaron Morton, Alex Heffes, Martin Phipps, Ben Salisbury, Geoff Barrow
Género: Ciencia Ficción. Tecnología. Distopía.
Distopía
Black Mirror es una serie de televisión con una estructura de capítulos independientes entre sí, cada uno con diferente trama y personajes, conectados por un hilo común: las consecuencias del avance tecnológico en la sociedad. La serie se estrena en el año 2011 de la mano de Zeppotron con tres capítulos que conforman la primera temporada. Hasta el estreno de su tercera temporada en 2016 la serie sufre algunos cambios reseñables, como el cambio de Zeppotron a Netflix y la estructura de sus temporadas, las dos primeras con tres capítulos cada una y la tercera con seis capítulos.
En la serie trabajan directores y guionistas con cierta trayectoria y prestigio dentro del sector audiovisual. La mayoría de capítulos están guionizados por Charlie Brooker, un cómico británico con una amplia trayectoria como guionista en televisión. Cada capítulo se realiza bajo la dirección de un gran elenco de directores, entre los que se puede destacar la llegada al comienzo de la tercera temporada de Joe Wright, director de Atonement y Pride and Prejudice; y Dan Trachtenberg, con una amplia carrera en televisión y publicidad. Desde el comienzo de la serie en 2011 también destacan la dirección de profesionales con una carrera consolidada en el terreno de las series de ficción como Euros Lyn, director de varios capítulos de la reconocida serie Doctor Who.
Black Mirror narra en forma de predicción distópica y a través de diferentes tramas y personajes cuáles son las consecuencias que en un futuro puede conllevar el uso masivo y desmesurado de la tecnología. Cada capítulo muestra cómo podría llegar a ser la sociedad futura si la tecnología se introduce de una forma agresiva en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana.
Una de las novedades que introduce Black Mirror en el mapa de las series de ficción, junto con la temática, es su estructura. La serie se divide en episodios independientes entre sí, que desarrollan historias que nacen y acaban sin extenderse al resto de episodios. El único hilo común que hace que los diferentes episodios se consideren parte de una serie es el trasfondo de la trama. Aunque cada uno de los capítulos narra relatos totalmente dispares, todos muestran a través de diferentes hechos hacia dónde nos podría llevar el vertiginoso desarrollo tecnológico en la sociedad moderna. Este tipo de estructura con tramas independientes es una pauta que se está repitiendo en los últimos años en las nuevas producciones de ficción, incluso ha llegado a darse el caso de series de este tipo en la ficción española. Aunque el caso de Black Mirror es el más atrevido y arriesgado, ya que en otros casos, como American Horror Story, nos enfrentamos a temporadas independientes en la que sí que hay un numero de episodios que conforman la temporada que están relacionados entre sí, y cuya trama se desarrolla desde el primero hasta el último de los capítulos. Además, aunque con cada nueva temporada comenzamos una nueva historia con nuevos personajes, sí que encontramos elementos comunes como el elenco de actores e incluso algunas tramas que se entrecruzan, como en el caso de las temporadas Asylum y Freak Show.
Esta propuesta narrativa resulta atractiva, sobre todo teniendo en cuenta el tipo de espectador con un ritmo de vida frenético y con tiempo limitado al que se enfrenta la ficción en la actualidad. Pero también supone un arma de doble filo, y especialmente teniendo en cuenta la temática de esta serie. El hacer de cada capítulo una historia diferente supone diseñar una trama y unos personajes desde cero en cada episodio, lo que conlleva una limitación creativa en cuanto a la escritura de guión. No se pueden realizar temporadas de trece capítulos como estamos acostumbrados con esta estructura y dentro de los límites de una temática tan concreta como en el caso de Black Mirror. Esto hace que las dos primeras temporadas de la serie tengan más fuerza y una estructura más sólida con tramas mejor construidas que en la tercera temporada en la que, aunque seguimos encontrando historias atractivas para el espectador, se advierte un cierto agotamiento creativo con el que se ha perdido el impacto que producían en el espectador los primeros capítulos de la serie.
La involución de la sociedad
El punto fuerte de la serie reside en que tiene una trama muy actual. Todo lo que tiene que ver con la tecnología está a la orden del día, y en los últimos años están adquiriendo relevancia los debates acerca de los problemas o las consecuencias que el precipitado desarrollo de la tecnología puede ocasionar en el futuro, problemas sobre todo de carácter social.
Black Mirror construye sus tramas poniendo la atención en la dependencia de la tecnología llevada al extremo. En cada uno de los capítulos se muestra como todo está controlado por la tecnología, desde las relaciones personales a cualquier ámbito dentro la sociedad. Con cada de sus historias, Black Mirror muestra a través del auge de la tecnología el declive de la humanidad.
A lo largo de los doce episodios que conforman la serie encontramos tramas más realistas y actuales que tienen que ver sobre todo con el uso de las redes sociales y el poder que pueden ejercer los mass media, que se alternan con otras más futuristas y extremistas que hablan de cómo puede alterar la tecnología los límites de la ciencia, la medicina o la propia vida.
En cuanto a la estructura y narrativa de la serie cabe hacer un último apunte. En cada capítulo se desarrolla una historia completa y compleja en alrededor de 45 minutos. La complejidad y la cantidad de información que contiene cada episodio hace que no haya tiempo para preámbulos y se presente la trama sin una contextualización, la cual el espectador va descifrando según avanza el capítulo. Esta falta de contexto se intenta compensar en los créditos finales de la serie, que se intercalan con una serie de planos que imita a imágenes de archivo, y que generalmente dan información acerca de lo que sucede con los personajes antes o después de los hechos que narra la trama.
Un adiós a tiempo
Con Black Mirror estamos ante una serie cuya idea inicial fue novedosa y potente, pero que a medida que se ha ido desarrollando ha perdido fuerza en cada una de sus fases. La paranoia que prometía en sus inicios ha ido perdiendo potencia a favor de tramas mucho más dulcificadas, sobre todo a partir de su tercera temporada. Con la llegada de la tercera temporada después de tres años de espera se advierte una perdida de control sobre la serie por parte de los creadores. Quizás tiene algo que ver el cambio de productora. En cualquier caso, en la tercera temporada se advierten cambios injustificados en cuanto a la estructura de la serie, y puede que justificados por el agotamiento creativo en cuanto a las tramas que se desarrollan en los nuevos capítulos. En pocas palabras, han alargado la temporada justo en el momento en el que se han quedado sin historias que contar. A veces un adiós a tiempo es una victoria, y el triunfo de Black Mirror fue alcanzado en 2013 con el final de la segunda temporada.